domingo, 29 de noviembre de 2009

Entrevista a Alexander Neill


Son las 3:15 de la tarde, me encuentro en el Parque Forestal a la espera de Alexander Neill. Cuando lo llamé para solicitar la entrevista, le propuse encontrarnos un café cerca del metro Salvador, pero el enseguida se río y me dijo que a su edad ya no estaba para reunirse en esos lugares, por eso prefería un lugar abierto, un parque de preferencia. Así se me ocurrió la idea de este parque, que es casi el único lugar que va quedando donde los jóvenes se pueden expresar libremente y nadie los mira raro. Llegué media hora antes, de cierta manera para impregnarme de este ambiente que a él le es tan cómodo.

Son las 3:30 y veo llegar a Neill, nunca pensé que me iba poner tan nerviosa. Es difícil preguntarle por asuntos que él ha dejado bastante claro y que tienen un significado tan trascendental.


Ana Camila: Buenas Tardes Señor Neill, espero que no haya sido muy complicado llegar a este lugar

Neill: ¡Un gusto! Por favor llámame Alexander, debes saber que no me gustan las formalidades –dijo riendo-. Respondiendo a tu pregunta, no me costó llegar, lo que me me provoco incomodidad en el viaje, fue notar la fría relación de las personas en el metro. ¿Así llaman acá al transporte subterráneo cierto?

Ana Camila: Sí, pero pensé que vendría en auto. ¿Qué lo motivo a transportarse en el metro de Santiago?

Neill: Quería conocer la ciudad y de paso relacionarme con la gente, pero me fue imposible. Es como si todos fueran tan acelerados que no notan que hay alguien que se quiere comunicar con ellos.

Ana Camila: Lo que pasa, es que las personas han olvidado que viven en sociedad, por eso se individualizan teniendo en cuenta un propósito por el cual viven. Lamento que se quedara con esa impresión.

Neill: No te preocupes, me ha pasado en cada país que visito.

Ana Camila: Bueno Alexander, comenzando con la entrevista, quisiera saber ¿Qué te motivó a generar una escuela sin reglas, sin autoridad?

Neill: Prefiero que esta sea una conversación y no una entrevista. A mi también me gustaría preguntarte cierta cosas con respecto a ti y tu país. Pero respondiendo tu pregunta: Yo fui maestro de escuelas públicas, donde se basan en la educación tradicional, vivir y ser parte de ese sistema me provocó una profunda decepción, pues me di cuenta de que esa educación conduce a la guerra y genera conciencias primitivas. Sin embargo, me vi de manos atadas para producir algún cambio, es por eso que decidí crear mi propia escuela, cuyo fin sería enseñar en base del amor y la libertad.

Ana Camila: Es decir, ¿Tú crees que el amor y la libertad cambia la conciencia de las personas?

Neill: Yo tengo una fe ciega de que las personas son bondadosas por naturaleza, es decir, todos tendemos al bien. Y creo que es la sociedad la que nos contamina y cambia nuestra conciencia, la sociedad de hoy en día que esta marcada por una educación cuyo fin es el éxito económico de las personas, más que la felicidad. Dime, tú cuando elegiste tu carrera ¿Elegiste libremente o de igual manera miraste el campo laboral y las remuneraciones que tendrías a futuro?

Ana Camila: La verdad fue una mezcla entre las dos. Mis padres pagaron por mi educación, por lo tanto me costó bastante hacerles entender que yo quería estudiar periodismo, pues en este país es una carrera que está colapsada. Sin embargo, con el puntaje obtenido en la prueba de ingreso a la universidad, puede quedar en una universidad con prestigio y he tenido éxito en el ámbito laboral. Esto a mis padres los mantiene contento.

Neill: Ese es el problema de la sociedad, los padres no saben diferenciar entre el éxito y la felicidad de sus hijos, creen que teniendo el primero, el otro les vendrá por añadidura. Así se generan niños reprimidos, marcados por el miedo de no lograr lo que sus padres esperan para ellos. Es decir, ciudadanos tristes.

Ana Camila: Pero ¿Cuál es la visión que tienes de libertad? Ya que como sabes, algunos creen que en tu escuela acuden sólo vagos sin respeto a nadie.

Neill: Lo que ocurre es que las personas confunden libertad con libertinaje. Libertad es que un niño tenga la necesidad de decidir cuando quiero aprender, que tenga la posibilidad de autodeterminarse donde las ordenes y los adultos autoritarios no sirven. Que un niño pueda reconocer su sexualidad sin sentirse moralmente incorrecto y es que para alcanzar esta libertad el único camino es el amor, pues este genera un vínculo de afecto recíproco y no autoritario. Acoge con calidez y se abstiene de castigos. En cambio libertinaje es una exacerbación de todos los vicios mundanos y es que la misma sociedad entiende mal lo que es la libertad porque no la ha vivido. Y sí es verdad, en mi escuela se aceptan a niños o jóvenes que en muchos otros lugares son rechazados. Pero son aceptados, porque estoy convencido y sostengo que la libertad y el amor conducen por una buena vía a las personas.

Ana Camila: Entonces tú sostienes que a través de la libertad se puede educar eficientemente

Neill: Yo creo que la necesidad de la educación debe residir sobre las emociones, pues la construcción personal y la adquisición de conocimientos dependen de una vida emocional equilibrada. Ya que se educa moralmente pero no se adoctrina, no se moldea el carácter de los niños, no se educa con palabras sino con actos. En lugar de la palabra para conseguir una correcta educación moral se coloca la libertad y las relaciones personales. La llave para alcanzar la integridad emocional es otorgarle al niño la libertad de jugar tanto tiempo como quisiera dentro de una atmósfera de aprobación y amor.

Ana Camila: ¿Me podrías describir lo que es Summerhill?

Neill: Te puedo contar que es un internado mixto, que yo considero una microsociedad en constante formación…como todas. Hay una mezcla de alumnos en cuanto a edades, ya que pueden tomar clases alumnos de 10 con otros de 16, todo depende de lo que genere su interés. Summerhill se rige por un sistema de autogobierno, el cual fue impuesto por los propios jóvenes. Existe un amplio margen de libertad para conducirse y los adultos han limitado su poder y autoridad moral.

Ana Camila: ¿Lo que quieres decir es que en Summerhill los mismos alumnos han puesto las reglas?

Neill: Claro, eso es a lo que me refería con autorregulación. Ellos están cocientes de vivir en sociedad y para poder vivir bien deben haber reglas. Sin embargo son en base a acuerdos mutuos, pues en Summerhill nadie impone nada a nadie. ¿Tú qué piensas de mi sistema?

Ana Camila: Bueno Alexander, yo creo que es un sistema ideal pero en Chile sería una utopía, por tanto irrealizable. Considero que la sociedad chilena no estaría preparada para recibir alumnos egresados en una educación como la que tú planteas.

Neill: En mi sociedad también se creía una utopía, de hecho nadie creía en los egresados de Summerhill, se los consideraba disfuncionales en la sociedad. Quizás mis egresados no tendrán un futuro económico exitoso, sin embargo estoy seguro que saliendo de mi escuela, será totalmente feliz en lo que quieran desarrollarse. Ese es un precio que nadie les podrá pagar.

Ana Camila: Entonces ¿que crees tú que genera en la sociedad una escuela como Summerhill y qué crees que tus alumnos podrán entregar a una sociedad que los perturba?

Neill: Summerhill entrega a la sociedad la visión de que los alumnos son los protagonistas de su educación y que por tanto, son primordiales. Entregó un incremento en la libertad de los jóvenes, es decir que ya no son tan reprimidos por la espera de ser adultos sino que viven su niñez y su juventud. Mis alumnos entregar a la sociedad más amor y la capacidad de decidir y la oportunidad de hacerlo, no de imponer o dictar, sino de participar en las decisiones que a todos les incumben.

Ana Camila: Muchas gracias Alexander por esta amena conversación. Pero dime ¿qué harás ahora?

Neill: Me quedaré acá en el parque, observando la linda iniciativa la de esos niños practicando malabarismo. Quédate conmigo, quizás después te acepte el café que me ofreciste. Pero sin la grabadora.

Ana Camila: Entonces terminamos acá con la entrevista, fue un placer conocerte e impregnarme de tu experiencia. ¿Te gustaría finalizar diciendo algo?

Neill: Para mi también fue un placer y sólo me gustaría decirte que transmitas el mensaje que te acabo de dar. Que no te de miedo la felicidad, es lo más grande y maravilloso que puede conocer el ser humano.

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